Suena...
Salí en busca de paz, fui a aquel lugar donde el agua, los pájaros y el verde de los árboles, hacen que parezca que vivo un sueño, tal vez le haya perdido el sentido a mi caminar, pero no he perdido el amor por la naturaleza...
El pantano, mi pantano, ha bajado su caudal de agua, la tristeza me invade, creo que este lugar empezó a morir junto con lo nuestro, ya no está nuestra magia aquí y este lugar muere sin esa magia, pienso... “no more tears”…
Prosigo mi camino, con el móvil desconectado, quiero sentir y vivir el cantar de los pájaros, sin nada que me distraiga.
Me cruzo con una familia.
- Hola!- les saludo pese a estar algo huraña.
- Hola, ¿está muy lejos el pantano?
Observo, dos niños corretean a su alrededor…
- 15 minutos – les contesto, pues los niños aunque tengan una energía asombrosa caminan despacio, cuánto desearía que mis pasos fueran más pausados, cómo me gustaría volver a esa niñez donde las prisas no tienen cabida, tal vez así aún disfrutaría más de mis momentos.
- Gracias!
“Buen Camino” les iba a decir y solté una carcajada que sólo yo pude escuchar.
Vuelvo a emprender mi camino, de repente, entre tanto verde vislumbro una flor rosa sobre una piedra… debe ser mi imaginación!! Parpadeo varias veces y sacudo mi cabeza para aclarar mi vista, como si fuera un espejismo lo que estoy viendo, pero la flor sigue en el mismo lugar, era la rosa, aquella que me acompañó durante el “Camino de Santiago”, no puedo creer lo que mis ojos están viendo.
- ¿Javi? – Nadie contesta (pienso apenada)
Cojo la rosa, en realidad mi mano está vacía, pero yo veo la rosa en ella, con su tallo entre mis dedos, la llevo a mi nariz, cierro los ojos para así, anular mi vista y concentrar mi sentir en el olfato… mmmm… ese aroma… cuánto lo echaba de menos...
Noto una presencia… alguien me abraza, suspiro… percibo tu magia, la magia que nos acompañó en nuestra primera conversación, sé quien eres… Javi...
- Hola amor… - me susurras…
No quiero abrir mis ojos, quiero seguir sintiéndote, cuando abra los ojos ya no estarás, y vuelvo a soñarte… caminamos cogidos de la mano por mi pequeño-gran paraíso...
Y tu alma me hace olvidar lo que la mía arrastra en pena, un amor idealizado que me hizo morir en vida, acaricias mis brazos desnudos y con cada caricia mi corazón va cicatrizando sus heridas, respiro tu aire puro y mi ansiedad desaparece. Mis ojos continúan cerrados, tocas suavemente mi cara, mis labios, acercas tu boca a mi nuca y me susurras...
- Te amo… abre los ojos...
Una lágrima cae por mi mejilla, despierto de mi sueño, la tristeza me abruma, ahogo un suspiro, dejo salir por mi boca un sonido de dolor y es que te volví a soñar y te volví a perder… cerraré los ojos para soñarte las veces que lo necesite, pues sanas mi alma… así que, deja que vuelva a escribirte en el lugar que volví a soñarte, “chico de Almuña”.