domingo, 14 de septiembre de 2014

Azul...

Azul, será por alguna extraña razón que escogí ese color, lo veo en el cielo, en el mar, el mar... creo que cada ola lleva un pensamiento de cada una de las personas que estamos aquí. No estoy sola, pero vine sola, es el espacio donde me encuentro conmigo misma, no tengo miedo a la soledad, a veces creo que me gusta demasiado, es dulce y placentera cuando la eliges, amarga y dolorosa cuando te la imponen, hoy es dulce, en este preciso momento no amarga y me invita a pensar, a soñar... la música me ayuda a no escuchar con claridad los sonidos que entorpecen escucharse a sí mismo, el niño que llora, el padre que le regaña.

Sé lo que me pasa, sé por qué me equivoqué, sé por qué luché hasta el agotamiento, lo sé, y aprendí que el amor no se lucha, que debe ser algo fácil dentro de su dificultad.

Veo el amor en las parejas que me rodean, a veces me entristece no haberlo tenido en mis propias manos, no haber tenido ese amor sano en el que yo creo y doy, él la mira, le habla con sus ojos, sobran las palabras, no son necesarias, yo olvidé las miles de sensaciones que te embriagan cuando alguien te habla de esa forma, como susurrándote con la mirada, te amo... me emociono al ver como la mira.

Azul, mi cielo es azul, jamás oscurece, no el que yo veo, no el que yo siento, sé volver a ser feliz, sé llegar al final del túnel, sé no dejar de sonreír aunque las lágrimas luchen por salir de mis ojos y escuezan como una herida abierta.

Mi cielo es azul, mi felicidad es azul, no cambia, no oscurece, mi mar, mi mar es azul, no cambia, sólo lleva consigo todas mis vivencias y dolores superados, porque pese a todo, soy y siempre, seré feliz!

Vuelvo a ponerme los patines, volveré otro día a este lugar, que me ayuda a pensar.

Azul...