Volví a aquel lugar, aquel que recordaba de pequeñita, quería volverte a ver aunque fuera soñando despierta. Pero todo cambió, se tornó viejo, al igual que envejecen los sentimientos… ¿Qué quedaba ya de aquel viejo sillón? ¿Qué quedaba?…
No sé cómo sucedió, pero te vi, allí sentado, en aquel viejo sillón y en tu rostro se dibujó una sonrisa, soñaba despierta…
Volví atrás en el tiempo, vi como tus manos, arrugadas por el paso de los años, acariciaban mis pequeñas manos inocentes, aún con mucho por vivir y sentí tu amor hasta dejarme casi sin respiración, te pregunté… ¿por qué? y tus manos cogieron con fuerza las mías, haciéndome entender que debía callar, que no debía preguntar, si las cosas tienen respuestas, con el tiempo las encontrarás sin preguntar, eso me decías…
- Todo cambia, tus manos inocentes se llenarán de marcas y de arrugas, perderás la inocencia, todo cambia, tú cambiarás constantemente, cada persona que pase por tu vida formará parte de ella y te hará cambiar
Eso me dijiste y yo pregunté… ¿por qué? Tu rostro con tu acostumbrada ternura me volvió a sonreír…
- Eso sí que no cambiará jamás, tus preguntas, tus ¿por qué?”
Y entonces acercaste una mano hacia mi corazón llenándolo aún más de amor y me preguntaste…
- ¿Lograste quererte?”
y mi respuesta fue…
- No lo sé… ¿lo logré si conseguí amar hasta rozar la locura?
- Tal vez sí… pero ¿sigues amando igual?”
- Creo que no…
- Entonces querida nieta, dejaste de quererte. Solo podrás amar, si te amas y dejas que te amen…
Y el dolor se apoderó de mí, desapareciste sin más, desperté de mi sueño, con el dulce recuerdo de tu olor pero con el dolor de saber que perdí mi querer.
Volví a ver aquel vacío, viejo y destrozado sillón en el que tantas historias me contaste y las que con el paso del tiempo casi olvidé.
Tenías razón... todo cambia, todo cambió…