Suena...
Se descubrió una mañana, un sol radiante salió entre las
nubes, mientras aún escuchaba gemidos contenidos durante la noche, eran mis
sueños deseosos de ser cumplidos.
Busqué en mi almohada aquello que un día dejó de ser y
viajé, entre recuerdos que acariciaban mi cabello, pero… para qué recordar –
pensé- lo que debo hacer es salir a VIVIR… vestí mi cuerpo que desnudo pasó una
noche en desvelo, aún sin saber el por qué de la falta de mi sueño, calcé mis
pies con cómodos zapatos, para recorrer calles sin descanso, me miré al espejo
y dibujé una sonrisa que me acompañaría durante mi paseo y reí a carcajadas,
pues no añoraba lo recordado. Maquillé mi rostro cansado y me aventuré, con mi
cámara, a buscar lugares ya encontrados, lugares dónde anteriormente encontré
sentimientos susurrados, calles que aguardaban secretos silenciados, pero sólo
veía el sol, aquel radiante sol que supo brillar y salir de entre las nubes.
Busqué sin descanso, aquel lugar que removiera mi alma y me
llevara a querer inmortalizarlo con mi cámara, mas el sol seguía radiante,
cegando casi mi visión, ya mis piernas agotadas pidieron un alto en el camino,
paré, me senté a la orilla de un río, apenas sabía cómo de calles empedradas
aparecí en un lugar idílico, dónde los pájaros piaban formando la música más
bella que jamás escuché, el viento enmarañaba mi fino pelo mientras con su
silbido atemorizaba mis sentidos, y soñé olvidar lo vivido y soñé con
carcajadas de niños que adornaban una vida repleta de encantos, encantos que
olvidé durante más de un año.
De repente, escuché palabras que acrecentaban mis
latidos, sentí, la sangre recorrer con fuerza mi cuerpo y amé cada segundo de
ese instante vivido y lloré de la inmensa alegría que me embriagaba al cerciorarme,
que volvía a reencontrarme, que volvía a sentirme, que volví, en mí. Volví a
casa, dormí, soñé, de nuevo soñé y desperté con esperanzas renovadas, y es que
lo único que espero de la vida, es vivirla, ¡con intensidad!
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